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Un Super Bowl de NFL es uno de los mayores eventos deportivos que pueden existir en el mundo.

A nivel de ciudad, se espera que la edición número 53 (LIII), que se realizó a principios de febrero en Atlanta, Georgia, haya tenido un impacto económico en la zona metropolitana de la ciudad de más de $400 millones de dólares de acuerdo a la Metro Atlanta Chamber, gracias a la visita de aproximadamente 150,000 personas.

El impacto también se ve en la televisión, pues la victoria de los New England Patriots frente a los Rams de Los Ángeles este año fue vista por 98,2 millones de espectadores en Estados Unidos de acuerdo con Nielsen; un gran número, pero lejos del récord de 114,4 millones de personas que dejó la edición de 2015.

Esta popularidad en torno al partido (y al evento) no solo es atractivo para el público, también lo es para los anunciantes, y en este 2019 el costo promedio para un anuncio llegó a alcanzar los $5,25 millones de dólares por 30 segundos en la televisión.

Los hogares ven un impacto mucho mayor con este evento.

En cuestión de comida, hablamos de más de $3.000 millones de dólares en gastos durante el fin de semana por parte de los aficionados que se reúnen a ver el gran juego en Estados Unidos. La predilección es para las alitas de pollo, donde se gastan más de $1.600 millones de dólares, seguido de papas fritas ($278 M. USD),  pizzas ($230 M USD), totopos ($224 M USD), carnes frías ($100 M USD), palomitas ($86 M USD), ensaladas ($81 M USD), quesos ($74 M USD), y aguacates y guacamole ($65 M USD).

Además, únicamente en alcohol los gastos superan los $2.400 millones de dólares; con la cerveza como la elección principal con inversiones de $1,300 millones de dólares, seguido por vino con $597 millones y alcohol “fuerte” con $503 millones como Whiskey o Vodka.

Todo esto en una industria enorme como la NFL, que en 2017 cerró sus cuentas con ingresos de más de $13.700 millones de dólares.

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Pedro Arnau
12 de enero de 2019

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